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today12/09/2021
Con el telón de fondo del tóxico debate ultrapolarizado en el país y con parte del electorado que desconoce su legitimidad, Joe Biden recibe de manera virtual a los participantes en la primera Cumbre de la Democracia.
WASHINGTON DC.- En la apertura de la primera Cumbre por la Democracia, el anfitrión, el presidente Joe Biden, reconoció que su país “ni es perfecto” políticamente hablando, “ni tiene todas las respuestas” a los problemas que confrontan los sistemas democráticos en todo el mundo, incluyendo el estadounidense que siempre se ha tenido a sí mismo como “faro” y “ejemplo” para el resto del planeta.
EEUU recibe de manera virtual por dos días a más de 100 líderes de todo el mundo que participan en esta cumbre con el recuerdo vivo del asalto al Capitolio del 6 de enero por parte de simpatizantes del expresidente Donald Trump, muchos de los cuales aún hoy no reconocen la legitimidad de Biden. Es considerado el mayor atentado a la democracia del país en su historia reciente y sus consecuencias siguen reverberando.
“Este es el reto que define nuestros tiempos: la democracia”, dijo Biden en su discurso de inauguración del evento.
El mandatario señaló que la democracia “a veces puede ser frágil, pero, por naturaleza, es resiliente, y puede ser corregida y mejorada” y asegura que el evento es una oportunidad para “reiterar su compromiso para mejorar nuestras democracias, compartir ideas y aprender unos de otros, y establecer compromisos comunes sobre cómo fortalecer nuestras democracias”.
Según la Casa Blanca, la iniciativa tiene como objetivo fortalecer las democracias mediante “la lucha contra el autoritarismo, la corrupción, y la promoción de los derechos humanos”.
El asalto al Congreso puso en entredicho la solidez de los principios democráticos estadounidenses y abrió una crisis institucional con el cuestionamiento, sin fundamento alguno, de la legitimidad de unas elecciones presidenciales que continúa marcando la retórica en ciertos sectores republicanos.
La Administración Biden es consciente de ello y por eso asegura que llega a esta cumbre con “humildad y confianza”.
“Con humildad porque queremos escuchar y aprender, y no ocultar nuestros defectos. Y con confianza porque la tenemos en nuestros constantes esfuerzos por lograr una Unión más perfecta y estamos seguros de que, trabajando juntos, las democracias pueden cumplir -y cumplirán- con los ciudadanos del mundo, sin importar el trato injusto que los autócratas y los autoritarios intentan vender”, aseguró Uzra Zeya, subsecretaria de Democracia y Derechos Humanos del Departamento de Estado en una conferencia de prensa previa a la cumbre.
Desde la Casa Blanca, dos altos funcionarios, que hablaron bajo condición de anonimato, subrayaron que Estados Unidos no tiene todas las respuestas a los desafíos del momento.
“Nosotros nos vemos como una democracia que no tiene todas las respuestas, pero que está abierta a y tiene transparencia a la hora de asumir esfuerzos para superar los retos que tenemos en casa al tiempo que trabajamos con nuestros socios para apoyar la democracia y los derechos humanos en otros países”, dijo uno de los funcionarios.
Otro miembro del gobierno señaló que el gobierno de Biden “ha dejado claro que sus esfuerzos para apoyar la democracia a nivel internacional comienzan por trabajar con diligencia y transparencia para fortalecer los cimientos en casa”. “Somos conscientes de que ninguna democracia es perfecta, incluida la nuestra”, puntualizó.
Esta cumbre, que aspira a tener una periodicidad anual, se convierte en el mayor foro de este campo. Más de la mitad de los estados miembros de Naciones Unidas toman parte en la que es una amalgama de democracias, desde las más consolidadas hasta las emergentes.
En esta lista, hay grandes ausentes de la región latinoamericana. El Triángulo Norte al completo ha quedado fuera de esta cumbre. Las ausencias de Guatemala, Honduras, El Salvador y Cuba muestran el deteriorado estado de las relaciones diplomáticas de esas naciones con Washington.
Según Zeya, Estados Unidos no extendió una invitación a ninguno de los tres países porque cuestiona “la dirección que está tomando Centroamérica en cuestiones de ley, gobernanza y lucha contra la corrupción”.
Desde la Casa Blanca, Juan González, encargado de Latinoamérica y el Caribe, fue más concreto. Sobre El Salvador, señaló que no cree “ni que esté preparado ni que tenga la voluntad de contribuir de forma productiva a la conversación” que se mantendrá en la cumbre.
El asesor del presidente apunta que el líder del país, Nayib Bukele, “ha socavado” las instituciones democráticas del país, “remplazado a jueces por partidarios suyos y, básicamente, privado el acceso a la información, y se ha negado a actuar contra la corrupción”.
Sobre Guatemala, González mencionó “los ataques contra la sociedad civil” y la “corrupción generalizada”. En concreto, aludió a la fiscal general del país, Consuelo Porras, a quien Washington incluyó el pasado septiembre en la lista de actores corruptos y no democráticos de ese país por “obstruir las investigaciones de actos de corrupción al interferir con las investigaciones penales”. A esta lista negra también se añadió al secretario general del Ministerio Público (MP), Ángel Pineda.
En cuanto a Honduras, país al que Estados Unidos considera “una democracia y un socio desde hace tiempo”, la preocupación a la que apunta el alto funcionario es “que no se han abordado cuestiones vinculadas a la corrupción”, aunque se mostró optimista por la presidenta electa, Xiomara Castro, a la que espera ver en la segunda edición de la cumbre.
Al evento tampoco fueron invitados al evento los gobiernos de Nicaragua o Cuba, a los que Washington ha tildado de “dictaduras”. A representantes del venezolano Nicolás Maduro tampoco se le ofreció una silla. Sí estará presente su opositor, Juan Guaidó, a quien Washington considera el líder legítimo de Venezuela.
“La invitación para unirse a la cumbre no es una señal ni de aprobación ni de desaprobación”, añadió González, quien dejó la puerta abierta a todos los gobiernos del mundo que estén “listos para trabajar en esta agenda”.
La Administración Biden anticipa acuerdos comunes a los que se les dará seguimiento durante el próximo año. Lo que no está claro es el alcance que tendrán los compromisos que los países participantes se marquen ya que no tendrán efecto vinculante.
Según el presidente Biden, su país “liderará con el ejemplo, invirtiendo en nuestra propia democracia y apoyando a nuestros socios de todo el mundo al mismo tiempo”.
Como en otros aspectos de política internacional (drogas, trata de personas o derechos humanos), Washington asumirá un papel de fiscalizador con las cumbres que con seguridad generará resquemores en otras capitales, sobre todo en aquellos gobiernos que al final de las evaluaciones de estos encuentros sean considerados “fallidos” en sus procedimientos democráticos.
Fuente: Univision.com
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